EL NIÑO Y EL ARRENDAJO
Autor:
Narciso. Antonio Méndez Pérez
En
las orillas del río Manamo, en una choza de palmas, rodeada de altos cocoteros,
guayabas y bucares en flor, vivía un
niño de ojos grandes, tez cobriza y pelo lacio negro, negrísimo de indio.. El
niño todas las mañanas contemplaba y se miraba en su río y el río de aguas
plateadas, se miraba en los grandes ojos
del niño. Y el fluir de las aguas se convertía en voces que el niño entendía.
En una tarde arcoirizada de iluminado amarillo, suave azul
y rojo encendido, una bella pareja de arrendajos posáronse sobre la verde
esmeralda de una rama de mango florido y alumbrados por la luz tricolor, comenzaron a tejer su colgante nido
y al reflejarse en las plateadas aguas,
el río dijo: -Libres, alegres,
volando, haciendo un nido de amor, son
hijos del cielo; mas, enjaulados por
malvados, no son pájaros son tristes prisioneros. Mientras hablaba el río, el
arrendajo volaba hacia todas partes y traía
pedacitos de juncos y hojas secas;
pico a pico se los entregaba a su
pareja y ella, contenta, amorosa, tejía y tejía...
El niño que los contemplaba, sintió por
ellos una gran admiración y les dijo: -
amigos, vengan, vengan con migo a mirarse en mi río.
-Ustedes,
maravillosas alas al viento, son quienes
construyen el viviente mundo y le dan todo el esplendor a la vida. - Dijo el
eterno y sabio río; luego silencio sus aguas
y se quedo pensativo.
- Después de decir tan
bellas y sabias palabras, ¿por qué callas?
Preguntó el niño. -Ah! Porque es triste saber que existen pájaros
que roban nidos y humanos las cosechas
de los agricultores y asaltantes que le quitan el jornal a los trabajadores-
Replicó acongojado, el río.
Las voces del río
hicieron sentir al niño, un ferviente deseo de ayudar a todos los seres
trabajadores de la tierra y les dijo a los arrendajos: - Quiero ayudarlos, amo el color de sus
plumajes y la agradable música de sus cantos.
Seamos amigos. Siempre amigos.
- Si quieres ser amigo, no cortes las ramas
donde hayan nidos - Le aconsejó el río.
El arrendajo y su compañera continuaron construyendo su nido. El niño, al ver que los arrendajos no le
hacían caso a sus palabras, comenzó a dar palmadas: Pla. Pla. y emitió sonidos boom, boo, bom. bum buum. buuu. Descuida amigo, ellos
tienen prisa, quieren terminar su casa
antes de que llegue la noche y el frío de fuerte brisa.- Se oyeron correr voces, sobre las suaves corrientes de
las aguas del río. Al día siguiente, en la mañana, cuando comienzan los tibios
rayos del sol a evaporar las cristalinas
gotas del rocío, con el alegre y nítido
canto de los pájaros; se oía un
ruido muy particular. El niño salió corriendo y vio con asombro, como el
arrendajo abría su pico y repetía palmadas y voces que el día anterior él, le
había emitido, el arrendajo al verlo,
alzó el vuelo y se interno en la selva, en busca de alimentos para su compañera.
El niño le preguntó al río.
-¿Porqué imitó mis voces y mis palmadas?
- Igual
que tú me miras, y yo reflejo tu rostro amigo. - Contestó el río.
Después de pasar un
tiempo, dos pajaracos comenzaron a rondar el nido y trataron de llevárselo pero
el niño, con una rama lo defendió de los pájaros invasores. Los avechuchos se
alejaron; pero egresaron con más animalejos de su clase.
El niño nuevamente defendió el nido; pero eran
tantos los pajarracos que casi no podía con ellos, ya los animalejos lo atacaban a él
picoteándolo por todas partes...-
En
ese instante apareció el arrendajo y al ver a su nido, su compañera y al amigo
en peligro, comenzó a cantar fuertemente:
- piumm...piumm..piumm.- De todas partes llegaban arrendajos con sus
picos bien afilados y comenzó una verdadera batalla aérea. Raudos y veloces los
arrendajos atacaron a sus enemigos
El cielo se cubrió de
plumas multicolores, de alas que cortaban el viento y cuerpos que iván y
venían, apagando y encendiendo el sol.
Los pajarracos huyeron, se
fugaron despavoridos, como todos los malvados
cuando se ven perdidos.
El plateado rió, con sus aguas y
su corriente entonó una alegre canción:
Pájaros y humanos,
han aprendido
que a rapaces y pillos
deben combatir unidos
Siempre unidos...
Ahora a orillas
del río Manamo, los árboles, los pájaros y el niño, cantan, trabajan alegres y
son felices. ..“Colorín” “colorao”, este cuento se ha “terminao”.
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