En una hermosa capital, cuyo nombre es Caracas, existe una
plaza mágica. Es una plaza pequeña, con grandes árboles, grama diminuta,
arbustos, flores y pequeñas palmeras; al lado tiene una Iglesia antigua y al
frente un moderno edificio de dimensiones gigantescas.
En julio todos los estudiantes de las parroquias San José y
Altagracia, de noche estudian en ella; en ese mes se la ve muy animada; pero en
los otros meses está vacía; triste y callada.
Una vez, e un mes de julio, cuando eran avanzadas hora de la
noche y todos los estudiantes se habían marchado; unos charlando, otros
cantando, otros silbando, haciendo bulla, cosas de estudiantes, llego un
estudiante, pero un estudiante diferente a los que se habían marchado alegres…
Este Venía cansado, abatido, un poco enfermo; sin duda alguna, era un
estudiante nocturno, de esos que trabajan de día.
Serían las doce de la noche cuando entró a la plaza… desplegó
su silla, se sentó, tomó los libros y dijo:
-Estudiaré hasta las tres de la madrugada y a las siete de
la mañana me levantare a trabajar.
Dicho esto púsose a estudiar, pero con tan mala suerte que
no podía aprender ni una coma de lo que leía.
-¡Oh! ¡Qué problema!, nada entiendo, mañana serán los exámenes
y, sin duda, me rasparán.
Y mientras así decía, se paraba y caminaba desesperado.
Entonces dijo:
-No me daré por vencido
Se sentó de nuevo y empezó
a leer sus clases; pero estaba medio dormido y tan cansado que a cada rato leía
la misma línea; entonces la desesperación fue mayor; pero el sueño le cerraba
los ojos y tiritaba de frio. Mas, el no se daba por vencido.
En ese instante: lentamente un capullo comenzó a convertirse
en flor y en ese mismo momento descendía suavemente el roció. Entonces los
arboles se inclinaron y extendían sus ramas para acariciar la flor naciente y
la grama se montó sobre las piedras para poder ver y saludar a la princesa de
la noche y la reina de la mañana…
Luego dijo la flor:
-Volved a vuestros sitios que viene un transeúnte y descubrirá
que nuestra plaza es mágica. ¡Ah!, otra cosa, tenemos que ayudar a nuestro
amigo…
El estudiante al ver todo esto creyó que estaba dormido y
soñando, quiso pararse pero no pudo estaba muy pesado: en ese momento pasó el transeúnte
y todo quedo en silencio y como si nada hubiese pasado.
La flor comenzó a dar órdenes a la palmeara, a los arboles,
a la grama, a los platanillos y a los helechos…
Decía:
-Tú, platanillo, que has vivido en la selva titánica, le
enseñaras la botánica; tú, palmera que
has vivido en las orillas de los mares y los ríos y a las alturas desafías, le
enseñaras geografía.
Y así cada una le dio una materia y, por ultimo dijo:
-Y yo, Reina y
soberana de la inmensa Natura, le enseñare literatura.
Luego, comenzaron, una por una, a susurrar al oído del estudiante con suave melodía,
las tesis de la materia correspondiente, aquello era tan agradable que el se aprendió
todo lo que no sabía.
Ya de madrugada el estudiante despertó y se dijo:
-¡Oh!, me he quedado dormido, todo ha sido un sueño. Pero cual
no seria su asombre al ver todos sus
libros abiertos y en las paginas había huellas de hojas y además recordaba todo
cuanto había visto y oído.
Silenciosamente recogió la silla y los libros, los dejó en
su casa y marchó al trabajo; a las seis de la tarde comenzaron los exámenes, salió
bien en todos…
Nuevamente regresó a la plaza y cuando todos se habían ido
se sentó donde mismo y dijo:
-Placita de Martí, si eres mágica de verdad haz que vuelva
la FLOR soberana y a los arboles hablen conmigo, que quiero darle las gracias.
Inmediatamente empezaron a nacer miles de flores, tantas que
hasta la grama que nunca florece, floreció.
Las flores danzaban, cantaban y coqueteaban a los pies del
estudiante, entonces dijo el estudiantes. En eso interrumpió un árbol, sería el
más viejo de todos y hablo así:
-Así será y todo el
que estudie bajo nuestra sombra estará protegido por el genio del reino vegetal
y no dejaremos que lo aplacen en los exámenes, y a los niños que nos visiten
los haremos obedientes, estudiosos e inteligentes.
Desde entonces casi todos los muchachos de San José y
Altagracia estudian casi todo el año.
LA PLAZA MÁGICA, vive alegre, llena de vida, siempre con sus
estudiantes, eternamente verde y florecida.
COLORIN COLORAO ESTE CUENTO SE HA TERMINAO
Escrito en 1961 por Narciso A. Méndez Pérez
Escrito en 1961 por Narciso A. Méndez Pérez
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